lunes, 31 de enero de 2011

Anyway

Considero que el caótico y perverso humano que puedo llegar a ser, también cuenta con una persona sumamente amorosa, sincera, honesta con lo que dice y siente, en una constante búsqueda de congruencia. 

Contigo es distinto. 

No me gustan tus abrazos y mucho menos tus besos, porque me crié en la lejanía del hogar, siempre huyendo de los malos tratos, de la indiferencia, del autoritarismo de un padre dictador, y de la abnegación de la sumisa madre incapaz de alzar la voz sin violencia y con razones para ser tomada en cuenta. Con la carga no solicitada de ser muy cabrona, muy chingona. Veo hipocresía en todos y todo lo que me rodea, porque a tus ojos no hay nada que realmente sea sincero, bondadoso o de corazón: “nadie da paso sin guarache”. No recibas de nadie, porque algo te pedirán a cambio: “Amigo un peso en la bolsa”. 

Tan recia soy que a veces pienso que al mirarme hallas tu reflejo y tanto como yo te asqueas de él. 

Tanto huí, tanto corrí y lo hice tan fuerte y ciegamente que confundida siempre creí que había sido en línea recta y en dirección opuesta y a penas hace unos años note que nunca fue así sino en círculos, continuos e interminables círculos. En el andar de mi trote fallido cave mi propia zanga, y con mis ganas de no ser igual que tu me invente en mi zanja una trinchera, aguarde pasiva, esperando que el “viento soplara a mi favor”. El letargo me hizo perdidizo el tiempo y las oportunidades y de repente ya no había universidad, y no había sueños ni propios ni fomentados, y ya no había matrimonio y en tu boca la letanía que habría de condenarme: “Fracasada”.

Yo nunca he querido ser como tu, aunque lo sea, anyway, muchas veces me avergoncé de niña por tu andar y tu vestir y me lo recrimine, me duele aun admitir que fui una frívola y efímera escuincla ensimismada, pero de niña yo te amaba. Quizá ahora que lo pienso tu eras mi mayor cualidad. Te amaba como solo una vez en la vida he podido amar y sin embargo no te recuerdo más que enfadada, golpeándome o dejándote golpear, tirando la comida a la basura porque no “nos gustaban las espinacas”, dejándome sola para ve el televisor. 

Te recuerdo explosiva, renuente, conmiseable y radical. No desvirtuemos estas líneas no hablamos de mi, sino de ti. A veces me encuentro tan absorta culpándote de mis tragedias que no puedo ver más en ti. Sin religión, sin moral fundamentada. No lo intentaste. No quisiste intentarlo porque la que sufría, la maltratada, la que no tuvo padres, la abandonada, la “pobrecita” fuiste tu “aquí y en China”.



Por obvias razones intentaré escribir después 


1 comentario:

Kiddo dijo...

Gracias por visitar mi blog, y especialmente por comentar. Estoy algo pasmada por el contraste de la entrada que comentaste con esta que acabo de leer de tu autoria y no se que decir. ¿Desde tus ojos quién soy y desde los míos quien eres tú?, es muy pronto para hacer apuestas, lo único que quiero por ahora es decirte, que las cosas no siempre nos salen bien, y lo único que ayuda es entender que no siempre es culpa de los demás.

Hasta pronto.