miércoles, 19 de enero de 2011

Febrero 2007








Que cantidad de mujeres se observan a las ocho cuarenta de la mañana…
Algunas parecen desfilar baratos sastres en tonos obscuros, hay otras
metidas en jeans generalmente ajustados, con sus tenis y sus
estorbosas mochilas… y me encantan esas que llevan lindos pantalones
de vestir de reveladoras y delgadas telas que se ciñen a ellas…  y
todas huelen tan raro… Extraña combinación entre shampoo, jabón,
fijador, esmalte y sin fin de fragancias… Hoy me atreví a
clasificarlas. La china de lente tenia un aire medio intelectual, y
luego las ñeritas con cinturones de estoperoles que no combinan en
absoluto con el resto de su atuendo, la doñas, las fachosas, las
creídas, la gorditas, las flacas, las morenazas oxigenadas, las
fashion, las rockeras, las hippies, las estudiantes, aunque aquí se
abre un apartado entre las estudiantes de medicina y las del
bachilleres, a las primeras es inevitable no distinguirlas por esa bata
blanca que llevan…  luego pensé en las que huelen rico, en las de
lindos ojos, pero creo que era demasiado tarde para reparar la
trivialidad con que las había juzgado… Y entonces la vi y hasta la
sentí muy cerca en un complice y  apretujado bagón del metro, fue tan
solo de Centro Médico a División y no me pareció tan etereo… La
descubrí dejando la zapatilla gris terminada en punta, en el suelo,
debido a los problemas que tenia con sus muy bien “torneadas medias de
red”, hasta ese momento su perfume y rodillas es lo unico que
alcanzaba percibir… ya en Etiopía el vagón dejo de ser apretujado y
entonces pude mirar que a unos diez centímetros de su rodilla estaba
un abrigo gris que ciertamente me estorbaba… Entonces me rei un poco
por las locas ideas que vinieron como ráfagas a mi mente, y es que
pensé que seria el día de suerte de muchas y que aquella señorita
trairía debajo de ese abrigo tan solo un liguero sujetando las lindas
medias y para que el asunto fuera sexy y no grotesco, al liguero le
acompañara una tanga pequeña que hiciera juego con un discreto sosten,
ja! La sola idea me sonrojo y desvié la mirada, demasiado para ser
verdad!… Supongo que ella un poco acalorada porque mi imposible idea
la había alcanzado decidio abrir su abrigo y desmentirme.  Entonces
decidí ya no mirarla de vez en vez, sino contemplarla fija y hasta
descaradamente… Entre lo abierto del abrigo se asomo una pequeña
tela gris que la hacia de falda, y chaleco que hacia conjunto, con una
blusa negra no muy escotada. Es cajera, pensé. El “tuuuu” del aviso
del cierre de puertas me aviso que estábamos en División y que yo debía
bajar… Le di una ultima mirada y ella sonrió, linda, muy linda
sonrisa. Seguí mi camino y podía ver las espaldas de otras mujres que
seguían el suyo, y otra vez los panatalones de telas ceñidas, y los
jeans, y sus cabellos, largos cortos, pintados, rizados, despinados,
lacios, con frizz, intactos…

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